domingo, 7 de octubre de 2012

La ruta 66 - Nishta


La ruta 66 ~ Nishta
 
 
Estaba en mitad de la nada, literalmente, y Mark comenzó a creer que un hombre pudiera llegar a deshidratarse con solo estar expuesto al sol. No recordaba haber pasado tanto calor en su vida, y la costa de California, donde había estudiado durante los años que duró su carrera, no era especialmente fría. Se encontraba entre las ciudades de Santa Fe en Nuevo Mexico, donde le habían dejado un matrimonio con su hija adolescente, y Amarillo, Texas.

Mark buscaba cualquier sitio para poder cobijarse, se había quitado la camisa buscando el poco aire que circulaba por allí, para intentar aliviar el calor que sentía. Sus ojos no divisaban ni un lugar donde hiciera la suficiente sombra para cubrirlo a él. 
 

- Por Dios santo… ¡¡pero es que nadie va a pasar por aquí!! – gritó Mark -. Claro que no va a pasar nadie, son más listos que tú – se recriminó.

Continuó andando por la solitaria carretera, fijándose en las ondas de calor que desprendía la carretera y que difuminaban el horizonte. Mark intentaba buscar cualquier entretenimiento que le ayudara a combatir el calor, necesitaba distraerse para sobrevivir.

Su mente regresó a la costa oeste, al mar azul en el que tantas veces se había zambullido, disfrutando del agua salada y fresca del mar, hasta que distinguió el sonido de un motor a lo lejos. Sus ojos volaron en una y otra dirección de la carretera, buscando el vehículo que podría sacarlo de allí. Vio el Mustang color negro que se acercaba a gran velocidad, sin pensárselo dos veces se cruzó en la carretera para hacerlo parar de la manera que fuese.

- ¡Eh! ¡eeeeeeeeeeeeey! – gritaba, saltando y haciendo aspavientos con brazos y piernas - ¡por favor para! – el Mustang seguía acercándose, pero sin mostrar signos de reducir su velocidad -. Pero que coñ… ¡Mierda! - Mark se lanzó a un lado poco antes de que el Mustang lo envistiera.

 
A buena hora tuvo que hacer el tonto con las gafas de sol, pensó Andrew, sin saber cómo se le habían caído al suelo. Necesitaba las gafas porque con aquel sol no era capaz de mirar a la carretera, la desventaja de tener unos ojos claros.

- Fijo que si supieran que con sol es imposible ver, nadie envidiaría mis ojos ¿Dónde narices estáis?

Con una mano en el volante y la otra buscando por todo el suelo, la carretera quedaba medio oculta a sus ojos al estar inclinado hacia un lado. Por eso cuando vio una pequeña sombra delante de sus ojos se olvidó de las gafas y dio un volantazo.

El coche paró en seco al salirse de la parte alquitranada y acabar entre los pequeños matojos que cubrían los lados. La cabeza de Andrew impactó contra el volante dándose un fuerte golpe en la cara. Se quedó quieto un momento, hasta que sus pulsaciones se normalizaron. Escuchó unos gemidos y salió del coche, tapando sus ojos del sol con una de sus manos vio a un joven al otro lado de la carretera tirado en el suelo. Corrió a su lado para comprobar cómo estaba.

- ¿Estás bien? – le preguntó arrodillándose a su lado.
- ¿Querías matarme o qué? – le preguntó Mark mientras se sentaba.
- No te he visto, estaba buscando las gafas y solo vi una sombra.
- Pues por poco me estampo como un mosquito en tu parabrisas.
- Lo lamento de verdad…además, ¿Qué pretendías hacer ahí en mitad?
- Intentar pararte. No lo pensé, solo escuché tu coche y me lancé sin pensar, será el calor que ya me ha afectado.
- Pues me has dado un susto de muerte.

Andrew le sonrió, los nervios iniciales al verle tirado en el suelo se habían pasado. Observó al chico y descubrió que se había magullado el brazo izquierdo y parte de la espalda.

- Hay que limpiar esas heridas – Andrew cogió el brazo de Mark.
- ¿Qué…?

Mark sintió que le quemaba la caricia de Andrew y eso era mala señal. Conocía a su cuerpo, y cuando reaccionaba así, significaba que esa persona despertaba sus instintos más primitivos.

- Que tienes todo esto hecho un desastre.
- Pues deberías mirarte tu cara – se miró el brazo -. Creo que estás tú peor - Andrew se tocó el rostro y siseó del dolor.
- Vaya… será mejor que nos movamos de aquí.
- Al final conseguí lo que quería.
- ¿El qué?
- Tengo coche para viajar.

Riéndose por esa broma se levantaron juntos del suelo y recogieron las cosas desperdigadas de Mark.

- Por cierto, me llamo Andrew.
- Yo Mark.
- Encantado, aunque la forma de conocernos no haya sido muy acertada.
- Pero nunca se nos olvidará jaja - subieron al coche y Mark suspiró por el frescor que notó en el interior del vehículo - . Al fin puedo respirar – Mark se puso la camiseta para no manchar el asiento con la sangre que manchaba su espalda.
- No es buena idea pasear a estas horas por estas carreteras – Andrew se miraba en el espejo retrovisor el estado de su cara -. Sí que me di fuerte contra el volante.
- Lo sé, no pensé que tardaría tanto en encontrar a alguien que pasara por aquí. Además, quién iba a pensar que a las seis de la tarde haría todavía este calor. Y lo del volante se llama Karma, por estar a punto de atropellarme.
- Ja ja… bueno ¿Y qué hace un joven como tú en un lugar como este? – Andrew puso en marcha el coche y retomó la marcha.
- Regresar a casa.
- ¿A casa?
- Sí, he estado estudiando en California Biología Marina y ahora que he acabado quería regresar a casa haciendo esta pequeña aventura.
- ¿Regresar por la ruta 66? – preguntó Andrew.
- Exacto, y haciendo autostop.
- Jajaja ¿Has tenido muchas historias para no dormir?
- Creo que tú te llevas la palma en eso.
- Siempre me gusta ser el mejor.
- ¿Y a ti? ¿Qué te lleva a recorrer la ruta?
- Pues negocios. Trabajo para una compañía de restaurantes y queremos abrir nuevos locales con el estilo de los clásicos bares de carretera. Un lugar donde puedes parar a tomar un buen café junto con su tarta de manzana.
- Oh dios, dime donde abrís para hacerme cliente habitual. Eso es lo mejor de esta ruta, solo llevo tres días y creo que he engordado y todo – dijo Mark dándose golpes en el estómago.
- No creo que ahí haya mucha grasa.
- Puro músculo ¿Quieres tocar? – le preguntó Mark levantándose la camisa, mostrando su estómago bien definido. Los ojos de Andrew se alejaron de la carretera para mirarlo y recordar la suavidad que sintió al tocarle minutos antes el brazo -. Perdona – se bajó la camisa -, suelo hacer cosas sin pensar.
- Tranquilo, solo me has pillado desprevenido. Entonces te gusta la idea del restaurante, ¿no?
- Oh sí…

Mark continuó escuchando a Andrew mientras su mente pensaba lo que acababa de hacer. Cuando algo le gustaba solía ir a por ello sin pensárselo dos veces, pero sabía que debía comportarse con Andrew. No lo conocía de nada e iban a pasar unas cuantas horas compartiendo coche, no era buena idea generar un ambiente tenso. Andrew era muy atractivo, aunque no era su tipo. Mark siempre tenía parejas parecidas a él, musculoso, moreno y sobre todo de su edad o menores que él. Andrew se le notaba que era un ejecutivo a pesar de ir vestido con unos vaqueros descoloridos y una camisa. Su pelo era rubio y sus ojos azules muy claros, y estaba claro que había pasado los veinticinco, su edad, hacía ya un tiempo. Por eso no entendía por qué su cuerpo reaccionaba a él.

- Lo que sí tiene claro mi compañía es que la distancia entre uno y otro de nuestros restaurantes no será tanta.
- No, por favor.
- Es muy desalentadora esta zona. Creo que nos queda aún una hora hasta llegar a la siguiente parada. Si quieres descansa.
- No me vendría mal, pero antes… - Mark sacó un pañuelo de su mochila y lo humedeció con el poco agua que le quedaba – déjame limpiarte la sangre que tienes en la cara, me está poniendo nervioso - Mark lo cogió de la barbilla para sujetarlo y poder limpiarlo bien -. Sí que te has dado un buen golpe - Andrew le miró, estaba bastante cerca de él.
- No hace falta que te molestes.
- No es una molestia, es solo que la sangre no me gusta mucho, y si tengo que estar a tu lado durante otra hora más, necesito no verla en tu rostro – con un último pase del pañuelo dio por terminada la labor -. Listo, ahora solo queda dar el último toque.

Mark le besó con suavidad en la mejilla magullada, Andrew lo miró con los ojos bien abiertos, sorprendido por el gesto y con el corazón algo alterado.

- Deberías mirar al frente, no querrás recoger a la próxima persona que atropelles ¿no?
- ¿Qué?, no, no quiero atropellar a nadie – dijo Andrew volviendo a mirar al frente.
- Ahora sí puedo cerrar un poco los ojos, necesito recuperar fuerzas.

 
El viaje continuó con Andrew atento a la carretera y Mark soltando pequeños ronquidos mientras dormía en el asiento del copiloto. Andrew se sentía algo raro en presencia de Mark, le gustaba aquel chico, pero le confundía. La verdad es que el rato que habían estado hablando le parecía un chico bastante simpático. Al uno de los lados de la carretera vio la sombra de una de las estaciones de servicio, típicas de la ruta 66.

- Mark ve despertando que llegamos a la siguiente parada.
- ¿Tan pronto? – dijo desperezándose.
- Llevamos una hora, como predije, de camino.
- ¡Tanto! Vaya, sí que he dormido.
- Y roncado.
- ¡Yo no roncó! – dijo Mark levantándose en el asiento.
- Jajajaja… pues se ha debido de colar algún oso en el coche sin darme cuenta.
- Idiota – murmuró.

Entraron en la zona del motel para registrarse, la noche se cernía sobre ellos a pasos agigantados.

- Oye Andrew, tengo una idea – le dijo sacando sus cosas del maletero -. ¿Tienes algún problema en que compartamos habitación? Me queda muy poco dinero y esta noche no tengo cuerpo para ganarme una habitación…
- Vale, cogeremos una de dos camas, me compraré unos tapones para poder dormir – Mark lo miró entrecerrando los ojos.
- Ve tú a alquilar la habitación y yo voy a por algo para cenar. Deja algo en la puerta para saber dónde nos quedamos.
- Hecho. Nos vemos en un rato.

 
Mark salía del baño cuando Andrew entró en la habitación, llevaba dos bolsas en las manos que para el estómago vació de Mark, eran el paraíso.

- Dime que en una de esas bolsas hay tarta de manzana.
- Por supuesto, hay que acabar bien la noche - Andrew le tendió una de las bolsas -. Pero antes de cenar me toca a mí la ducha.
- Toda tuya - Se hizo a un lado para dejarlo pasar –. Yo voy a por hielo para nuestras magulladuras.

 
Entró en la habitación con un vaso de plástico lleno de hielo y llamó a la puerta del baño. Al no escuchar nada la entreabrió y volvió a llamar a Andrew. Miró al espejo y el reflejo lo dejó paralizado. Se veía el cuerpo de Andrew desnudo, dentro de la ducha, con el agua recorriendo su cuerpo esbelto.

Mark tragó saliva, Andrew estaba tocándose, se estaba masturbando con efusividad. Tenía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior. Se le veía excitado, su piel estaba sonrojada del deseo y el agua caliente de la ducha. Mark entró cegado por la lujuria.

Andrew abrió los ojos al escuchar ruido y se encontró con Mark, quien tenía la mirada fija en su cuerpo desnudo. Paró de masturbarse, ya era bastante extraño estar tocándose con la fantasía de que fuera Mark quien recorría su cuerpo en vez de sus manos.

- Te he traído hielo para la cara.
- Gra… gracias – Andrew bajó la mirada a la entrepierna de Mark. Estaba duro, al igual que él.

Dejó la bolsa de hielo en el lavabo, abriéndola y sacando uno de los hielos. Se volvió hacia Andrew sin dudarlo, sabía que se la jugaba con esa acción, pero ahora la razón no mandaba, y los condones que acaba de comprar le quemaban en el bolsillo.

- Déjame que te alivie – dijo acercándose a Andrew.

Sin saber qué hacer o qué decir, Andrew se quedó quieto, esperando que Mark acercara el hielo a su rostro para pasarlo por sus magulladuras. Lo que no esperaba es que Mark se introdujera el hielo en la boca, se quitara la camiseta y se arrodillara delante de él. Sin dejarle tiempo de reacción, se introdujo su miembro en la boca y Andrew solo pudo jadear por el contraste de la suavidad del interior de su boca y el frío del hielo.

Entrelazó sus manos en el oscuro pelo de Mark. Sus caderas empujaron contra la boca de Mark sin pensar en nada más que en recibir placer, necesitaba aquello, se sentía mejor que lo que su mente había generado hacía unos segundos.

La lengua de Mark jugueteaba con el miembro de Andrew, deslizándola por el terciopelo duro de su extensión, entreteniéndose en el sensible glande, mordisqueándolo.

- Oh dios santo – Andrew jadeaba por el placer que esa boca le estaba dando.

Mark succionó con fuerza una última vez antes de sacarse el miembro de Andrew de la boca, incorporarse y quitarse los pantalones, cogiendo un condón de su bolsillo, para entrar con él en la ducha y poder tocarlo por entero. Tiró el hielo dentro de la bañera y asaltó la boca de Andrew sin compasión. Andrew buscó su miembro, acariciándolo de arriba abajo, sujetándole los testículos con una mano, masajeándolos hasta que las caderas de Mark buscaron más caricias por su parte. El agua les mojaba haciendo sus cuerpos más resbaladizos y receptivos.

Sus labios se separaron, los dos jadeaban por la tensión que sus cuerpos tenían en aquel momento. Sus miradas se encontraron.

- Nunca pensé que esto me pasaría, al verlo en las películas o leerlo en alguna novela subida de tono, siempre pensé que los que pensaban eso tenían una imaginación demasiado vívida.
- Nunca digas nunca jamás – Mark sonrió antes de besarlo y girarse hasta quedar de espaldas a él -. Ahora tienes la oportunidad de ser el protagonista – dijo al darle el condón y apoyar las manos en los azulejos de la ducha, exponiéndole su entrada.

Andrew pegó su cuerpo al de Mark, alojando su dura erección entre las nalgas de Mark, restregando su longitud en ella, imitando los movimientos de lentas embestidas. Rasgo con los dientes el envoltorio de plástico que protegía el condón colocándoselo sin perder el ritmo de la seducción. Sus manos acariciaron la espalda de Mark, una de ellas le sujetó por uno de sus hombros y con la otra dirigió su miembro a la entrada del ano de Mark, introduciendo su miembro poco a poco. Los dos jadeaban por la intrusión, el cuerpo de Mark al sentir la invasión y adaptarse poco a poco a su tamaño, y el cuerpo de Andrew al sentir la estrechez de Mark y luchar por no entrar de golpe en él.

- Hacía mucho que no sentía esto… - suspiró Mark.

Mark jadeo por la sensación del dolor y el placer unísono que siempre venía con las primeras embestidas.

- Ya estoy dentro – Andrew llegó hasta el final, sus cuerpos entraron en contacto de la forma más íntima -. Se siente tan bien…
- Fóllame, deja de hablar…

Ante esa petición, Andrew sujetó con fuerza las caderas de Mark y embistió como si la vida le fuera en ello. Se escuchaba el agua caer, sus cuerpos chocando con fuerza en cada embestida profunda y fuerte, y sus jadeos acompasados. Una vez encontrado el ritmo y sintiendo que su cuerpo iba a explotar de un momento a otro, Andrew bajó una de sus manos por el cuerpo de Mark hasta sujetar su miembro para masturbarlo y que llegara al orgasmo con él.

- Más… más… oh sí – Mark movía sus caderas, incrementando el placer tanto para él como para Andrew.
- No voy a durar mucho más.
- Sigue…
- ¡Aguanta! – embistió por última vez -. Mark… – Andrew gruño la palabra, al conseguir el orgasmo más salvaje que había tenido en mucho tiempo.

Se inclinó sobre el cuerpo de Mark al llegar al orgasmo con una fuerte y profunda embestida que lo dejó sin respiración. Besó el hombro de Mark y buscó su boca, besándolo, saliendo de su interior. Girándolo para tenerlo de cara, esta vez fue él quien se arrodilló frente a Mark y se metió su miembro en la boca. Andrew se lo introdujo por entero y Mark enloqueció.

- No puedo parar…

Sujetó los húmedos cabellos de Andrew y lo embistió, entrando y saliendo de su boca con rapidez, buscando su liberación por encima de todo. Andrew le agarró de las nalgas, apretándole a la vez que lo dejaba entrar en su boca, dejando que irrumpiera en ella hasta que se corriera.

- Dios… ¡Andrew!

Mark se corrió en la boca de Andrew, que absorbió cada gota de su esencia, succionando hasta que Mark dejó de temblar por el orgasmo. Los dos jadeaban, Mark se dejó caer al lado de Andrew, sonriéndole, saciado.

- Como te dije antes. Hasta el día de hoy eres la mejor aventura de mi viaje – comentó Mark.
- Ya te comenté que me gusta ser el mejor y todavía la noche no ha acabado.

Andrew salió de la bañera, desnudo, goteando agua por todo su cuerpo y sonriéndole por encima del hombro, en una clara invitación que Mark no quería dejar pasar…

5 comentarios:

  1. Mae mía Reina, qué calores jajajaja

    Me ha encantado la historia pero hay un problema... ¡¡se me ha quedado corto!! es el problema de los relatos ains :S

    Un besote.

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    1. jajajajja

      GRACIAS POR COMENTAR!!!

      y sí, solo podía ser un relato de 3000 palabras, son muy pocas!!! T_T jajaj

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  2. joderrrrr,digooo,lo siento!!!!! Me encanto,tal y como dice Marta me parecio relativamente corto, pero con lo esencial...engancha totalmente y la sensualidad esta muy bien narrada y sin caer en la vulgaridad....Calor???Calor es poco despues de leerlo....Gracias a Marta por pasar tu enlace en una entrada de su blog...porsupuestisimo me hago tu seguidora y me llevo tu blog a mi lista pa' seguir tus actualizaciones.

    Nos vemos comentando....Un bs y buen empiezo de semana

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    1. GRACIAS POR COMENTAR!!!! Y SOBRE TODO GRACIAS POR TUS PALABRAS!!

      sí, estoy chillando jajaja me ha encantado tu comentario *O* muchísimas gracias por leerme y darme tu opinión!!!

      gracias gracias gracias!! comentarios así animan a seguir *O*

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  3. Eso sí que es no andarse por las ramas y entrar a matar jajajajajjaaja es cierto que es demasiado corto pero que le vamos a hacer...ya se explayará más en otros.

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